lunes, 5 de abril de 2010

flecha en el tiempo

el destino quizo que nos cruzáramos en la playa ellos y nosotras. con el mate como excusa conversamos y acordamos una salida en conjunto por la noche.
dudamos al principio en ir, pero las ganas de pasar un buen rato con gente desconocida nos venció y fuimos a su encuentro.

ahí lo vi por primera vez como si en la playa no hubiera existido. ahí me perdí.
vi esos ojos turqueza que me miraban directamente. él menor que yo, de parranda con sus amigos.
yo intentando matar la angustia de cumplir 25 años (quedaron tan lejos...) .

empezamos a hablar y no hizo falta mucho. segundos después estábamos besandonos alejados de todo el grupo. nos reimos. nos miramos. hablamos. nos besamos.
llegó el domingo. playa, festejo de cumpleaños, risas, corridas, brindis. volver a casa y la promesa firme de seguir en contacto.

vivíamos lejos uno de otro. lejos en serio. casi mil kilómetros de distancia.

todo cambió. seguimos hablando pero nada importante pasó. ni lo visité. ni me visitó.
estuve noviando, me mudé dos veces y volví a estar sola.
años después retomamos la charla que había quedado pendiente. vacaciones de por medio dejaron una nueva promesa: visitarnos para un reencuentro.
así fue. un ida y vuelta de viajes, charlas a distancia y otras cosas.

luego de un viaje regresé a casa y días después nos encontramos en el chat. conversamos de algunas cosas y en el medio disparé un misil sin darme cuenta. se ofendió. tanto que pasaron meses y seguía siendo una muletilla en cada conversación. dejé de hablarle. ya no tenía sentido.

mis vacaciones coincidieron con su lugar de residencia y decidí que sería bueno encontrarnos y hablar. insistí en llamarlo una y otra vez hasta que dí con él.
fue cortante, como si no le interesara. le propuse que fuera donde saldríamos por la noche así nos encontrábamos. dijo que no iría, que tenía otro plan. así mis vacaciones pasarían sin siquiera saber de él lo cual era una pena porque estabamos muy cerca.

de madrugada, me lo crucé en ese sitio. hablamos. se mostró ofendido. le pedí disculpas, que no había sido con mala intención. nos miramos, nos reímos. no nos besamos.
él se fue por su lado. yo por el mío y me dió tristeza.
pero estaba inquieta, eso no podía quedar así como si diera lo mismo.
le escribí y nos encontramos otra vez.

le pedí que me diera un beso. me dijo que él no daba besos, que los besos se los dan a él.
me reí, lo miré y le dije... "los besos te los darán a vos... pero yo soy Florchus".
me miró. se rió y como si el tiempo no hubiera pasado me agarró del cuello y me besó.

había dejado pasar el misil.
él tuvo un no difícil ante tal propuesta y yo ni siquiera tenía un no.